11 DE ABRIL
1858. El general Miguel Miramón, de las fuerzas conservadoras del presidente usurpador Félix María Zuloaga, toman a los liberales del presidente Juárez la ciudad de Zacatecas.
Miramón deja una guarnición en la ciudad al cargo del general Antonio Manero y sigue a San Luis Potosí para combatir el general Zuazua, de las fuerzas juaristas.
1859. Mártires de Tacubaya. Las fuerzas republicanas al mando del general Santos Degollado, estacionadas desde marzo anterior en Tacubaya, Distrito Federal, en espera de que el pueblo de la ciudad de México se levante en armas en contra del gobierno usurpador de Miguel Miramón, son atacadas desde el día anterior por el general conservador Leonardo Márquez. Los combates en esta fecha son muy reñidos y resultan favorables a los conservadores. Santos Degollado es derrotado completamente; deja en el campo de batalla armamento y parque en cantidades considerables, así como heridos y muertos, amén de doscientos soldados que cayeron prisioneros.
Márquez recibe órdenes de Miramón de pasar por las armas inmediatamente a todos los prisioneros, de oficiales para arriba; pero, en un exceso de revanchismo, de sed de venganza sanguinaria, manda fusilar por parejo a todos incluyendo a enfermeros y practicantes de medicina que prestaban servicio a los heridos, amén de algunos vecinos de opiniones radicales que cayeron en sus manos; entre los practicantes, estaba el poeta vercacruzano Juan Díaz Covrrubias. Por esta vil y cobarde acción, a Leonardo Márquez se le conoce como el 'Tigre de Tacubaya' y a los victimados, los 'Mártires de Tacubaya'.
1861. Muere en la ciudad de México, don Francisco González Bocanegra, quien naciera el 8 de enero de 1824 en la ciudad de San Luis Potosí. González Bocanegra fue el autor de la letra de nuestro épico Himno Nacional Mexicano.
1865. El perdón de los Belgas. Sitiados en Tacámbaro, Michoacán, las fuerzas belgas de Maximiliano, al mando del mayor Tydgat, toman como rehenes a los familiares de los republicanos para ampararse de las balas de éstos; entre ellos se encontraban la esposa y los hijos del valiente español don Nicolás de Régules, general liberal quien precisamente mandaba a las fuerzas juaristas de ataque a Tacámbaro.
Avisados los republicanos de que la esposa e hijos de su jefe el general Régules estaban como rehenes de los belgas, sus subalternos le indican la situación y ruegan cambiar el rumbo para no atacar la población, pero el valiente general contesta:
Señores, a sus puestos: todos a cumplir con su deber. ¡Primero es la Patria!La plaza de Tacámbaro fue atacada tenazmente por los republicanos hasta hacer pedir parlamento a los belgas, quienes ya intentaban rendirse. Sin embargo, a instancias inconscientes del doctor belga Lejoune, un soldado bisoño rompe fuego contra la bandera blanca.
Esta distuación provoca el furor de las fuerzas republicanas que, aunque sin parque, se lanzan de nuevo a la lucha. Llovió metralla sobre los extranjeros, y para colmo -como el Pípila-, el valiente jefe chinaco Jesús Villanueva, se lanza armado con un fusil en la mano y en la otra una tea inflamada, y entre la lluvia de proyectiles pone fuego a la puerta de la iglesia donde se refugiaban aquellos.
Así, los republicanos de Juárez vencen el último escollo y batiéndose palmo a palmo con el enemigo imperialista, siembran de cadáveres el recinto, último refugio de los belgas. En aquel espantoso combate, entre gritos de agonía y terror, los belgas cometen un acto inaudito de guerra: la infamia de colocar sobre la última trinchera a la esposa y tres hijos del general de Régules; entre el fuego de los republicanos y ellos.
Lleno de rabia, pálido, con los labios secos, de Régules lanzó una imprecación, y grió furioso:
¡Adentro! ¡Al asalto!Y se dio el último asalto. La victoria coronó con laureles las sientes de Régules, ejemplar soldado de la República Mexicana. De Régules tomó prisioneros a más de trescientos belgas y traidores mexicanas; y noble, cual Nicolás Bravo, no se vengó de la villanía cometida contra su familia y los perdonó.
1916. Contraviniento los acuerdos establecidos, una columna yanqui de la Expedición Punitiva irrumpe en Hidalgo del Parral, Chihuahua. El pueblo indignado la ataca a palos y pedradas. Los soldados contraatacan y dejan un saldo de cincuenta víctimas entre muertos y heridos.
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